Pruebas de fuego, paz para luego

Jurídica Aérea

16/09/2019

El miedo a volar es tan normal como el miedo a las arañas, en Jurídica Aérea lo sabemos bien, por eso te explicamos las increíbles pruebas por las que debe pasar un avión durante su fabricación para que ese miedo sea lo más pequeño posible. Al superar dichas pruebas, ¡Los problemas en vuelo son pan comido!

Desde lanzar un pollo a las turbinas hasta doblar las alas con intención de romperlas, consiguen que la aeronave este más que preparada para soportar las duras condiciones que se presentan en algunos viajes a destinos exóticos.

Para evitar que te gastes el sueldo en ansiolíticos y lo puedas emplear en una buena cerveza, te presentamos algunas de las pruebas más insólitas de forma que estés más tranquilo a la hora de volar:

Presurización en cabina:

La presión atmosférica es más baja a grandes alturas por lo que el suministro de oxígeno al respirar es menor. En vuelo, los aviones presurizan la cabina para que la captación de oxígeno en el interior sea mayor, es por eso por lo que en las películas apenas se abre una brecha en el avión todo lo que está en el interior es extraído con fuerza similar a cuando rompemos una lata de refresco.
La prueba consiste en meter aire a presión a grandes niveles dentro de la cabina, equivalente a un viaje al espacio exterior. De esta manera se aseguran de que el avión es seguro y que no hay ninguna brecha que pueda despresurizar la cabina en vuelo. Con los niveles de aire a presión que introducen en la cabina podríamos irnos de puente a Marte y volver en un abrir y cerrar de ojos.

Impacto de rayos:

El avión debe ser capaz de continuar su trayecto sin problemas al ser impactado por un rayo, esto ocurre gracias al cuerpo de aluminio que poseen. Al ser un material de alta conductividad, el rayo se disipa por toda la estructura y continua su recorrido hacia la tierra.
Se realiza una prueba mediante un generador de alto voltaje que simula una tormenta de rayos cayendo directamente contra el avión en un hangar cerrado, de forma que nadie pueda sufrir daños.

“Campaña frío y caliente”:

Cuando volamos en zonas de temperaturas extremas, todos los componentes de la aeronave deben soportar estas condiciones y funcionar a la perfección. Para realizar estas pruebas, los fabricantes simulan en túneles de viento velocidades entre 110km/h a 463km/h a -45Cº y 45Cº, revisando que el combustible no se congele y que los motores soportan altas temperaturas, además de soltar hielo, lluvia y nieve.

Prueba de seguridad en las alas:

Durante las turbulencias, si miramos por la ventanilla no podemos evitar ese miedo cuando vemos que las alas del avión se mueven como si de gelatina se tratase. Nuestro siguiente pensamiento es que las alas no van a aguantar y que se van a romper, lo cual nos lleva a un sentimiento de caída libre al vacío. Esto está bastante lejos de ser cierto, ya que las alas son sometidas a una carga de 2.500 toneladas y dobladas a 50 grados a temperaturas extremas. Esta misma flexibilidad es la que permite que estemos seguros y volemos suavemente a nuestro destino. No te preocupes que es más probable una fractura de fémur sentado en el avión que quedarnos sin alas durante nuestro viaje.

Bazooka de pollos:

Uno de los principales problemas al volar puede ser los impacto de aves ya que provocan graves problemas en las turbinas del motor, dejándolas inutilizables durante el vuelo. Que mejor prueba para los motores que recrear esta situación, lanzando pollos propulsados por un cañón de aire comprimido a 400km/h, y revisando el impacto en la turbina para asegurarse de que el motor siga en perfecto funcionamiento y que las ventanillas de la cabina del piloto no se rompan al encontrarse de frente con los ovíparos migratorios.

De una forma u otra, pase lo que pase, el avión en el que vas a embarcar siempre habrá pasado por un riguroso entrenamiento, pruebas y revisiones técnicas, que comparado a lo que se puede encontrar en el aire, no es nada. Las posibilidades de sufrir un accidente son de una entre 11 millones, por lo que, visto así, es más arriesgado viajar en coche ya que el transporte aéreo es el método más seguro para llegar a tu destino.
Entendemos tu temor y lo que conlleva viajar a más de 9mil metros del suelo, pero queremos que disfrutes de tu vuelo y te relajes. Y ya sabes, que desde Jurídica Aérea te protegemos ante cualquier imprevisto con tu vuelo.